Irak: Paraíso en Llamas

Cuando Alejandro Magno incendió la ciudad de Tebas, la única casa que dejó intacta fue la del poeta Píndaro, por respeto al poeta y al cimiento espiritual de esa ciudad: el discípulo de Aristóteles sabía que si la casa de Píndaro quedaba en pie, Tebas no perdería por completo su identidad profunda, y un día podía volver a alzarse de las cenizas desde ese punto de referencia cultural e histórica. Adentro de la casa del poeta estaban sus libros, y adentro de esos libros, la memoria de un pueblo, y su dignidad más acendrada. Todo lo contrario de lo que acaba de suceder en Irak, con el agravante de que la destrucción casi total de sus monumentos, templos, bibliotecas, museos, y yacimientos arqueológicos, afecta a la identidad y la memoria de la humanidad entera, a un punto tal, que hasta el mismo Jardín del Paraíso que refiere el primer libro de la Biblia, fue afectado por el azote de los bombardeos.

El más grande patrimonio cultural de la humanidad está en Irak, tierra de la antigua Mesopotamia. Allí florecieron las primeras civilizaciones conocidas: Sumeria, Akkadia, Babilonia, Asiria y Caldea. Allí se alzó la Torre de Babel (de la que quedan restos), se creó la escritura, se inventó la rueda, se desarrollaron por primera vez la astronomía, las matemáticas, y la medicina; se escribió la primera obra literaria (el Poema de Gilgamesh), y se ideó el primer sistema de leyes del mundo (el Código de Hammurabi). En esa región existió Ur, la tierra del patriarca Abraham; Uruk, patria de Gilgamesh; Nínive, la ciudad de los reyes asirios, y hasta el mismo Edén bíblico, que la tradición sitúa en los humedales del sur de Irak.

No es extraño, entonces, que en ese país se registren 100.000 yacimientos arqueológicos, y que esa región sea llamada con justicia “cuna de la civilización”. Pero Irak no sólo guarda memoria de los orígenes de la historia del hombre, sino que además posee tesoros culturales más recientes, y no menos valiosos, como el monasterio cristiano más antiguo, la mezquita Nebi Yunnus (en donde se cree que fue enterrado Jonás), el Palacio Al-Zohur y la universidad de Mustansiriya, fundada en Bagdad en  1234 (ambos edificios hoy prácticamente destruidos), y el Gran Santuario de Al Mutawakkil, construido en el siglo IX a orillas del Tigris, entre otros palacios e iglesias de arquitectura formidable. ¿Y olvidaremos mencionar las maravillas del ingenio humano, como el álgebra; y de la imaginación, como el libro de Las Mil y Una Noches; y del corazón, como los poemas de Omar Khayyam; y del intelecto, como los ensayos filosóficos de Averroes y Avicena?

Por un designio inexplicable, el genio creador de la especie humana quiso manifestarse, a lo largo de los siglos, con singular profusión en esa tierra del Tigris y del Éufrates, y por un designio más oscuro aún, esa misma región es víctima hoy del peor odio destructor de que el hombre moderno ¾con su poderío tecnológico¾, es capaz. ¿Las consecuencias?… Nefastas. Ni siquiera los bárbaros mongoles, cuando saquearon Bagdad en 1258, hicieron tanto daño a esa cultura como la reciente invasión anglo-estadounidense.

A pesar de la Convención de la Haya de 1954, que ¾supuestamente¾ asegura la protección de tesoros artísticos en tiempos de guerra, los museos de Bagdad, Mosul y Basora,  así como la Biblioteca Nacional, fueron brutalmente saqueados: de los 170.000 objetos de valor del Museo Nacional de Antigüedades de Bagdad, por los menos el 80 por ciento fue robado o destruido (tres miembros de un comité de asesores de arte de la Casa Blanca renunciaron en protesta por los saqueos a ese museo).

Entre los objetos robados, perdidos para siempre, o seriamente dañados, pueden contarse: las tablillas babilónicas de textos cuneiformes, los marfiles asirios, las esculturas, cristalería y manuscritos partos del Bagdad medieval, las primeras ediciones del libro de Las Mil y una Noches (más un millón de libros de valor semejante), el célebre Jarrón de Uruk, con la pintura conocida más temprana de un ritual religioso, una cara de piedra de una mujer que fue tallada hace 5.500 años, los primeros tratados matemáticos, las lápidas con el Código de Hammurabi, una biblioteca entera de lápidas de arcilla que aún no habían sido descifradas, las herramientas de piedra de 100.000 años de antigüedad de la zona de Kirkuk, las tablillas de los sumerios (primeros libros de la humanidad, de hace 5.300 años) entre las que estaba el Poema de Gilgamesh… Y, en suma, miles de piezas, algunas de hasta seis mil años de antigüedad, que constituían un tesoro cultural superior al de cualquier otra nación de la Tierra. Todas las galerías y bóvedas subterráneas de los museos fueron saqueadas o destruidas por los ejércitos de ocupación. Y esto no es todo: el diario escocés Sunday Herald denunció que “los saqueos de los museos de Irak aumentaron, después de que un grupo de acaudalados comerciantes de arte tuvo una reunión del más alto nivel con la administración Bush”, lo cual explica el robo de los catálogos de esos museos (ya la administración de Bush padre, había dañado y saqueado el Museo Arqueológico de Bagdad, más otros trece museos, y destruido los puentes milenarios de esa ciudad, así como mezquitas antiguas como la de Kaplannya, o el antiquísimo Zigurat de Ur).

Después de Saddam y de los Bush, nada queda del Bagdad mágico de Las Mil y Una Noches, en cuyas páginas un personaje podía alardear diciendo: “¡Oh todos ustedes! Sepan que mi padre era un mercader entre los grandes mercaderes, y eran sus delicias el vino en las copas, los perfumes de las flores, las flores en su tallo, cantoras y danzarinas, los ojos negros y las propietarias de estos ojos… Sepan que aunque soy barbero, soy algo más que barbero. Conozco el arte de la medicina, las plantas y los medicamentos, la ciencia de los astros, las reglas de nuestro idioma, el arte de las estrofas y de los versos, la elocuencia, la ciencia de los números, la geometría, el álgebra, la filosofía, la arquitectura, la historia y las tradiciones de todos los pueblos de la tierra”…

Ahora bien, si la destrucción del patrimonio cultural de la humanidad es lamentable, mucho más lo es la destrucción de miles de vidas humanas. Y hasta puede decirse que la falta absoluta de respeto hacia los tesoros de Irak, guarda coherencia (macabra, pero coherencia al fin) con la falta de respeto hacia las vidas de los habitantes de ese país, porque: ¿cómo puede haber respeto por la cultura, cualquiera sea, cuando se desprecia al hombre, que es el hacedor de las obras del espíritu?

Conclusión: dada la situación de Irak, cuna de la civilización, es compresible que el Paraíso bíblico esté en llamas, y es justo que el hombre siga desterrado todavía por mucho tiempo… de ese Jardín.

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