El pavoroso misterio

(Carta a Carlos Pedroni y María Luz Cárrega, quien, estando en Grecia, visitaron el sitio en el que Nausicaa encontró a Ulises, que había naufragado, y me escribieron un email con detalles de esa visita. En esa misma semana, sin saberlo, yo había dado en un curso de literatura el fragmento en el que Homero cuenta el encuentro de Ulises y Nausicaa).

Karklos, «todo es gracia», como dice Bernanós… Y también Balzac: «la casualidad es el dios de los tontos»… sin duda que no existe tal cosa. La casualidad, la suerte, el azar… son inventos de escépticos a los que atemoriza el terrible misterio. Dios juega a los dados, pero esos dados están cargados, y hay pruebas de esto a cada paso que damos, si estamos despiertos. Y en este juego, nos jugamos la vida, nosotros, Nausicaa, Ulises, Zorba, Marcus… todos, cada día que pasa, nos jugamos la vida con estar vivos, y si la fe infla nuestros pechos (como antaño hinchó las velas de las «cóncavas naves» de Odiseo)… entonces ese juego nos hace sonreír felices y altivos, en vez de acobardarnos y de enturbiarnos el ánimo. «Estar vivo es asomarse al abismo y no temblar», dice Friedrich… El abismo del misterio. El pavoroso misterio. El insondable, el divino, el fascinante misterio. No temblar, ni cerrar los ojos, ni mentirse a uno mismo. Un misterio que nos muestra el rostro fulminante de un Dios que escandaliza a la razón humana. Que tiene, como Buda, como Cristo andando sobre las aguas, como el Gran Shiva en su danza zorbesca, una sonrisa en su faz vivificante y mortífera, espeluznante y salvífica…. quemante. El gran Dios, el único, el sobreviviente de la nada voraz, es quien urde esta trama en que vivimos, nos movemos y somos. Y entonces, si Él tañe las cuerdas que unen hemisferios y latitudes, como haces de luz vibrante, Grecia y San Isidro son los mismo, y las mentes y los hechos se conectan y funden, confunden… y por un instante sagrado y mágico, lo diverso deviene en Universo, lo múltiple en unidad, lo difuso en prístino, lo anacrónico en simultaneidad, lo casual en Destino, lo absurdo en Providencia…

Con vino «de Falerno»… (el favorito de los griegos y romanos antiguos), o uno semejante, nos encontraremos pronto (espero) a seguir hablando, como siempre decís, del «eterno tema», en cuyo develamiento avanzamos poco a poco… o más bien, nos adentramos, cada vez más lúcidos, más ciegos, más gozosos…

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