Certeza…

 Meditación en torno a una palabra

Certeza… una y otra vez paladeo esta divina palabra, que muy pocos verdaderamente conocen en vida. Certeza… es lo que busca el filósofo, el científico, el religioso, el amante, el místico.

Por esta palabra se desangran las civilizaciones, se desviven los sabios, se desvelan los poetas, se desnudan y aman los cuerpos, se desentierran los tesoros antiguos, se descifran las lenguas remotas, se pesan en balanzas de bronce las arenas del mar… Por esta palabra, el astrónomo se pasa la vida con el ojo pegado a su lente azul; el orador se contorsiona en busca de la expresión justísima; el artista combina una y otra vez los colores en su paleta abigarrada; el niño busca el calor cierto de la mano de su madre; el anciano rebusca en los ojos del infante una promesa de perpetuidad; el mendigo aún extiende su palma, que una y otra vez horadó la moneda del desamor; el adolescente vaga nuevamente en la noche con el alma famélica, creyendo que esa noche… sí sucederá; el sacerdote alza el pan de los ángeles con el pulso firme, y el corazón tembloroso; el peregrino emprende su viaje con la alforja casi vacía; la joven enamorada mira de soslayo al pasar, y mide con fingido desdén los efectos de su efluvio de amor… Por esta palabra, divina palabra, el delfín hiende la espesura marina, cobra impulso, y quiebra el verde límite con su vuelo fugaz; la mariposa se revuelve en la alba cavidad de su capullo; y la mujer¾ángel se acaracola en sí misma para oír en su seno el arrullo oceánico del nombre amado.

Certeza… ¿Quién, en este mundo de máscaras, en este mar de incertidumbres, es capaz de pronunciar esta palabra con toda la voz? ¿El santo? ¿El místico? ¿El genio?… ¿El enamorado?… ¿No está amasada con dudas sin número la carne de nuestra condición?… ¿No está desfigurado el rostro humano, el de la humanidad toda, con un leve y eterno rictus de dubitación?… La filosofía, la literatura, el arte, la ciencia, ¿no disimulan muy a su pesar ese gesto a lo largo de los siglos?…

File not found.