Alma Niña
Ay si el jardín fuera ciego
y no tuviera pupila,
pero en su centro hay un pozo
con agua de luz que mira.
Y en el pozo hay una imagen
muy en el fondo tendida
y es imagen que si tiembla
arde a la vez que tirita.
Y lo que tiembla es el cuerpo
de una niña azul dormida
que allí quedó reflejada
una noche alta y límpida.
Una noche en que una estrella
del cielo miró sus llamas
en el ojo del espejo
de luz que mira, del agua.
En vez de quedar reflejos
azules de llamarada,
quedó en el fondo la niña
cual luz de vela acostada.
¡Ay! Yo no quisiera verla
si me asomo a contemplarla
por no ver que de tan honda
vive sola y olvidada.
Tan místicamente triste,
tan íntimamente casta,
que diría que no existe
si ahora el pozo parpadeara.
Pero su imagen es limpia
si me abismo a contemplarla,
y a medida que persisto
yo menguo y ella se agranda.
Porque yo ¡esfera! soy iris
del ojo que todo abarca,
y ella ¡centro! es la pupila
que en la sombra se dilata.
Porque yo ¡pasión! soy cuerpo
y ella ¡amor! es toda alma,
y cambio yo soy, perpetuo,
y ella instante que no pasa.
Y en tanto que escribo y pienso
el pozo más se agiganta,
y ya me le arrojo dentro
y la niña y Dios… ¡Me tragan!