Estoicos y románticos
Carta al poeta y gran amigo Ricardo Sardo.

Hermano, todos los cambios y mudanzas son traumáticos. Sobre todo para la mujer. En el varón hay algo de aventurero, de marinero sin anclas ni raíces, de fugitivo. Pero la mujer necesita seguridad y arraigo. Es la creadora del hogar, y es natural que así sea. Por eso –creo- es razonable que el hombre prepare el terreno antes (perdón por este tono moralista y arrogantón que se me pegó de leer a Cicerón y a Séneca estas últimas semanas)… Es un placer leerlos, pero el estoicismo del que hacen gala pone un toque de seriedad a la vida, nada agradable, y hasta insano si se quiere. Es en cierto modo una especie de romanticismo pero sin afición a los excesos. Pero sí partidario de la entronización del hombre semi-dios, dueño absoluto de sí, altivo, imperturbable. Romanticismo y estoicismo se nutren de los mismos ideales: orgullo, autodominio, superioridad, aristocracia espiritual, soledad, castidad… y sin embargo, qué bellos movimientos filosóficos y literarios son ambos. Sólo se me ocurre un modelo superior, y es el encarnado por Whitman y Zorba: liviandad, olvido de sí, espontaneidad, arrojo… y a la vez, grandeza de corazón, bondad, misticismo cósmico, maldad inocente en los excesos, la danza y el vértigo pasional. Los estoicos son como Aristóteles, caminantes, paseantes. Los dionisíacos, danzantes. Los estoicos son pensativos, los otros, instintivos, o sensitivos más bien. Los estoicos son melancólicos, todos, los otros, alegres y ciclotímicos. Los estoicos aman el discurso, los otros, la música. Los estoicos detestan el peligro y aman la prudencia, los otros, aman el riesgo y consideran a la prudencia una virtud decadente. Los estoicos son filósofos y sacerdotes, científicos y astrónomos. Los otros son poetas y guerreros, artistas y vagabundos. Los estoicos encomian la apatía, los otros, las efusiones del ánimo. Los estoicos ponen por encima de todo la amistad entre varones nobles, los otros, el amor a la mujer y la naturaleza. Los estoicos aman el desierto y la montaña, los otros el mar…
Sí, es verdad amigo que quizás el ideal sea conciliar ambas inclinaciones, y que Zorba y el patrón cagatintas se complementan. Pero también es cierto que de la preponderancia de un modelo sobre el otro resulta la naturaleza de las personas en general. Pero me fui por las ramas…
Qué bueno que la Barca haya levado anclas… enhorabuena! Y no dudo que les irá bien. Los libreros lectores están en extinción.
Por acá, qué puedo contarte? … escribo Nigredo tanto como puedo, de noche en la galería de cara al jardín, mientras fumo unos puros y degusto algún licor fuerte. Estoy puliendo Otra vida para ese momento, que no me desagrada, y armé entero el que espero será mi próximo libro editado: Momotombo, recopilación de escritos varios… y aprovecho para pedirte un consejo.
Acá, tu ahijado espiritual crece raudo y campante… tocando en todo momento un xilofón sonoro (demasiado sonoro, mi Dios, para mis oídos ancianos)… y soplando acá y allá la armónica que le regalé, y que domina con muy singular habilidad, a pesar de sus escasos pero muy abundantes 2 años recién cumplidos.
abrazo grande y beso a Mariel y el Gitanillo de dura crin!

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