Soneto del Amor Ausente
Yo con mi palma ausculto cada noche el árbol desalmado de mi puerta, por ver si ya lo anima, golpe a golpe, la azul palpitación de algún llamado.
Y sólo gris quietud es la respuesta a las auscultaciones de mi mano que ansía un crepitar de corazones y en vano contra el roble queda abierta.
Ni un aldabón de viento ni la niebla de un puño fantasmal bate el madero al que me crucifico en ardua espera.
Y es cual pegar el rostro contra el lecho glacial de un ataúd que guarda el cuerpo de la que en...