Ausencia
¡Señor!… ¡Señor! Que no me doy alcance, que estoy en otro sitio nuevamente y nuevamente estoy cual sin estarme. Que no sé dónde estoy ni dónde he estado, que vengo de mi infancia fugitiva como un prófugo ser desmemoriado.
Que no es verdad que estoy aquí sentado escribiendo palabras decisivas en la nieve perpetua de este espacio, que mi voz suena y arde como el rayo que latiga malezas y cardales inflamando las horas a su paso.
Que me sorprendes nuevamente amando con este mismo amor desamorado con el que he amado siempre que no he amado, que vuelo tras de mí, celosamente, como vuela la liebre...