Monthly Archives: julio 2013

Invocación

Invocación

Se me dilata el alma más allá de sus bordes al calor inminente de una presencia alada, y ya no será el ama del silencio la noche cuando el canto dormido de mi adentro se expanda.

La legión del instinto que estranguló mis voces no acalló sin embargo mi oprimida garganta, y ya no dará el ave las más puras canciones cuando el verso que anido bajo el pecho se abra.

Compondré cada cuerda de mi antiguo cordaje y haré trizas el clave de mi nueva cantada, y no ha de haber quien pulse más divinos acordes cuando el cuerpo tañido...

El Ciprés

El Ciprés Una creación naciente y sin memoria. Péguy.

Hiriéndole el costado al firmamento eres la enhiesta lanza de Longino, agraciado ciprés, que implora el agua del mar abovedado del abismo.

Tu cuerpo son dos manos en plegaria de muy pacientes dedos verdecidos que han dejado caer la copa vana que celebra los soles mortecinos.

Nada retienes, por tu ser resbala la lluvia fina que la sombra vierte rendida a la puntura de tu calma.

Y estás allí, desmemoriadamente, de siglo en siglo, y de nada en nada, nutriéndote del polvo en que te yergues.

...

Soneto del Amor Ausente

Soneto del Amor Ausente

Yo con mi palma ausculto cada noche el árbol desalmado de mi puerta, por ver si ya lo anima, golpe a golpe, la azul palpitación de algún llamado.

Y sólo gris quietud es la respuesta a las auscultaciones de mi mano que ansía un crepitar de corazones y en vano contra el roble queda abierta.

Ni un aldabón de viento ni la niebla de un puño fantasmal bate el madero al que me crucifico en ardua espera.

Y es cual pegar el rostro contra el lecho glacial de un ataúd que guarda el cuerpo de la que en...

Soneto del que desespera

Soneto del que desespera

Tú no vendrás. Tampoco vendrá ella. Ni mi Señor ni la mujer que amo vendrán a mí siguiendo alguna estrella hasta el hueco pesebre de mis manos.

Un Herodes fatal ha degollado (sentado del Señor a su siniestra) al niño que soñó con cielo y nardos tendido de su amor en las praderas.

Y en torno de mi cuerpo una maleza se alzó con la violencia de sus cardos, y hoy vago en la espesura de una selva.

Por eso es que en la hora de los astros la voz de Dios confundo con mis pasos, los lazos...