Invocación
Se me dilata el alma más allá de sus bordes al calor inminente de una presencia alada, y ya no será el ama del silencio la noche cuando el canto dormido de mi adentro se expanda.
La legión del instinto que estranguló mis voces no acalló sin embargo mi oprimida garganta, y ya no dará el ave las más puras canciones cuando el verso que anido bajo el pecho se abra.
Compondré cada cuerda de mi antiguo cordaje y haré trizas el clave de mi nueva cantada, y no ha de haber quien pulse más divinos acordes cuando el cuerpo tañido...